Internacional

14.Oct.2015 / 10:57 am / Haga un comentario

richardcanan30Con la inmoralidad y torpeza que caracteriza al aparato político y militar del imperio norteamericano, acaban de ejecutar con letal precisión una nueva tragedia, un nuevo crimen internacional, un nuevo daño colateral, esta vez con el bombardeo de un hospital de emergencias atendido por la organización Médicos Sin Fronteras en Kunduz, Afganistán.

Pero a diferencia de los anónimos daños colaterales que ocurren cotidianamente en los lugares que invade Estados Unidos, las bombas “inteligentes” norteamericanas cayeron esta vez sobre un hospital atendido por personal “occidental” (ninguna amenaza para los Marines), asesinando y mutilando a 22 médicos, colaboradores y voluntarios que apoyaban al precario sistema de salud afgano.

Este detalle es por demás abrumador. Luego de más de 15 años de invasión liberadora yanqui (disfrutando los afganos de la atención especialísima del mayor imperio del planeta), este país está totalmente destruido, agobiado por interminables conflictos étnicos, territoriales y sectarios. La mano nada milagrosa de Estados Unidos ha dejado a este país con una esperanza de vida de 49 años, 64% de analfabetismo, la total exclusión de la mujer y, por sobre todo, han convertido a Afganistán en el mayor productor de Opio del mundo. Un conveniente negocio redondo para satisfacer las insaciables “narices frías” de millones de norteamericanos narcodependientes.

Estados Unidos, como imperio colonizador y opresor, tiene total libertad para bombardear, invadir y asesinar con impunidad en cualquier parte del mundo, sin esperar ninguna sanción o “jalón de orejas” por parte de los organismos penales internacionales o de Derechos Humanos. Las docenas de parlanchinas ongs de Derechos Humanos, todas tarifadas, hacen un vergonzoso y miserable mutis, cada vez que los crímenes son cometidos por el mismísimo imperio norteamericano. Esta gente cuida bien su barriga y no puede morder la mano del amo que los alimenta.

Clinton, Bush, Obama y todos los halcones gringos, deberían estar esposados ante la justicia pidiendo clemencia por las décadas de atroces crímenes de lesa humanidad. En el caso de Obama, debería ser el primero en la historia al que se le despoja de su muy inmerecido Premio Nobel de la Paz, otorgado obscenamente en el año 2009.

Pero este nuevo crimen es diferente. Médicos Sin Fronteras no es cualquier organización comeflor o una tribu anónima del desierto. Tienen gente y fuerza para crear un precedente contra las agresiones imperiales y su política de total impunidad. Médicos Sin fronteras es una organización humanitaria independiente creada en 1971, la cual tiene desplegados más de 32.000 médicos y especialistas en los cinco continentes, gracias a los aportes de más de 5.000.000 de socios y colaboradores. Será difícil que callen a tanta gente. Está organización recibió en 1999 el Premio Nobel de la Paz, en su caso, muy bien merecido.

Médicos Sin Fronteras presta asistencia médica a “poblaciones en situaciones de crisis” como las víctimas de los conflictos armados, enfermedades endémicas y epidémicas o en desastres naturales. Atienden desde cirugías hasta el Ébola mismo. Sus mayores actuaciones han sido en Congo, Sudán del Sur, Haití, Níger, Somalia, Kenia, Sudán, Chad, Etiopía y Zimbabue.

En cuanto al criminal bombardeo norteamericano, la presidenta internacional de Médicos Sin fronteras, Joanne Liu, señaló que “El ataque de Estados Unidos contra el hospital de MSF en Kunduz supone para nuestra organización la mayor pérdida de vidas humanas provocada por un ataque aéreo. Decenas de miles de personas en Kunduz ya no pueden recibir atención médica en el momento en el que más lo necesitan. Hoy decimos: basta. Ya es suficiente. Incluso la guerra tiene reglas”. Este mensaje no está dirigido a los Talibanes o al Estado Islámico, está dirigido, con suma vergüenza, al Presidente Obama.

Las críticas contra la desvergüenza norteamericana de seguir llamando “error” o “daños colaterales” a sus certeros bombardeos contra la población civil, ha sido abrumadora y contundente. Siendo unánime la opinión de que las acciones criminales de Estados Unidos son violatorias del derecho internacional, de los Acuerdos de Ginebra y, principalmente, vulneran las normas para proteger civiles en las zonas de conflicto.

La Presidenta Liu también declaró con descarnada crudeza: “En Kunduz nuestros pacientes murieron calcinados en sus camas. Médicos, enfermeros y otros profesionales de MSF murieron mientras trabajaban. Nuestros compañeros tuvieron que operarse los unos a los otros” y “Precisamente porque atacar hospitales en zonas de guerra está prohibido, esperábamos estar protegidos. Y sin embargo, 10 pacientes, incluidos 3 niños, y 12 trabajadores de MSF murieron en estos ataques aéreos”.

Ante estos evidentes Crímenes de Guerra, fuego “amigo” contra pares occidentales, al imperio norteamericano no le ha quedado otra que reconocer su autoría y pedir disculpas. El premio Nobel de la Paz Barack Obama (pañuelo en la nariz), debió llamar personalmente a la Presidenta de Médicos Sin Fronteras para “disculparse y expresar sus condolencias por los trabajadores de MSF y los pacientes que murieron o fueron heridos cuando un bombardeo estadounidense atacó por error un hospital de campaña en Kunduz”. Maltrecha y pisoteada queda la soberbia imperial, más cuando Rusia está dictando cátedra de estrategia militar en sus acciones contra el Estado Islámico en Siria e Irak.

Sin embargo, la humildad imperial duró bien poco, ya que a las pocas horas del mea culpa de Obama, salieron voceros del Pentágono a declarar, de la manera más insensible y descarnada del mundo “que pagará indemnizaciones a los civiles heridos y los familiares de los fallecidos en el ataque estadounidense sobre un hospital de Médicos Sin Fronteras”, acuñando, para vergüenza de la Humanidad, el término “pagos de condolencias”, como una nueva forma de tasar la vida humana. Con esto demuestra el imperio que hace ratos perdió la brújula y toda condición humana.

La inmoralidad y desvergüenza está sembrada hasta los tuétanos en los halcones del imperio norteamericano. Todos callan y bajan la cabeza. Con el amo nadie se mete.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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